7/12/15

Todas las películas de Quentin Tarantino, ordenadas de peor a mejor


 
Todas las películas de Quentin Tarantino, ordenadas de peor a mejor

Mucha gente cree que Quentin Tarantino es el mejor director de la actualidad. Él también. A punto de estrenar su película número ocho, ordenamos las siete anteriores.


revistavanityfair.es.-Juan Sanguino

 Mucha gente cree que Quentin Tarantino es el mejor director del momento. Él también lo piensa. Sus siete películas construyen una filmografía que puede presumir de ser la más coherente y fiel a sí misma de todo Hollywood. Tras el éxito de Pulp Fiction, Hollywood se apresuró a cazarle ofreciéndole un dineral por dirigir Speed 2 y Men in Black, pero él prefirió seguir haciendo lo que le daba la gana. El fracaso de Jackie Brown no le intimidó y siguió a lo suyo hasta convertirse en el bastión cultural que es hoy: todo cinéfilo debe ver sus películas, y muchos de ellos se sientan en la sala entregados de antemano como creyentes en una iglesia o como fans de Pablo Alborán.

Ahora que se acercan las Navidades y el estreno de The Hateful Eight (que sigue sin fecha porque se rumorea que Tarantino exige que se proyecte en 70mm y no en digital), conviene repasar el cine de Tarantino, porque sin duda es un tema de conversación infalible durante las copiosas cenas familiares. Algunos se referirán a él como "el puto amo" y otros argumentarán "a mí es que da asco tanta sangre" mientras aplastan, destripan y devoran un langostino.

Pero es imposible no tener una opinión sobre él. Es uno de los mayores referentes culturales de nuestro tiempo. Y lo que es más importante, sin venderse a la industria en ningún momento. Fueron Brad Pitt y Leonardo DiCaprio los que le buscaron a él, y no al revés. Y hoy vamos a buscarle nosotros.


7. Jackie Brown


Tras el incomparable éxito de Pulp Fiction, Tarantino tenía libertad para hacer lo que le diera la gana. Todo Hollywood quería trabajar con él y nadie le iba a poner trabas. Nunca volverá a tener tanta autonomía. Y visto lo visto, mejor que no la tenga.

Tarantino siempre dice que en el fondo sólo hace películas para disfrutarlas con sus colegas en el cine de su casa, y se nota. El caso más hermético es Jackie Brown, una película sin alma desconectada del espectador por completo. Mientras Pulp Fiction agarra al espectador y no le suelta, Jackie Brown nos da varias oportunidades a lo largo de sus dos horas y media para apearnos de la película. Samuel L Jackson intepreta a Samuel L Jackson, y no deja de salir aunque la historia no sea la suya. Es una película fallida porque se nota que se cree mejor que lo que es, y carece de momentos cinematográficos arrebatadores o diálogos memorables. No obstante, su existencia dignifica a Tarantino como autor, pues si hay que fracasar, mejor hacerlo siempre en sus propios términos.


6. Django desencadenado


Un esclavo huye para rescatar a su novia, ayudado por un cazarrecompensas que no para de hablar durante las larguísimas dos horas y 45 minutos que dura la película. El proyecto empezó con mal pie. Will Smith rechazó el papel de Django porque no se lucía lo suficiente, al ser el único personaje de Tarantino parco en palabras. Se dice que Leonardo DiCaprio casi le partió la cara a Quentin durante el rodaje, harto de sus indicaciones contradictorias.

El resultado es una de las peores películas de Tarantino, que se hace tanta gracia a sí mismo que descuidó la historia en favor de los diálogos chispeantes y de un personaje irritante (Schultz, que le dio su segundo Oscar a Christoph Waltz por hacer exactamente lo mismo que en Malditos bastardos) que podría no estar en la película y el argumento sería básicamente el mismo.


5. Death Proof

 Tarantino recuerda esta película con amargura, pues se dio cuenta de que, en contra de lo que él y Robert Rodríguez pensaban, el público no estaba dispuesto a aplaudir cualquier cosa firmada por ellos. Este castigo a su cuñadismo le sentó fenomenal, pues le empujó a esforzarse más en sus siguientes proyectos. No obstante, la sesión doble Grindhouse fue un ejercicio de libertad creativa que merece la pena reivindicar.

Sin efectos visuales ni exigencias por parte del estudio, Quentin se lo pasó bomba y nos dio dos momentos sensacionales. El primer acto retrata a cuatro mujeres hablando de forma natural (o todo lo natural que puede ser un diálogo de Tarantino) sobre su vida y su forma de verla. Un reverso perverso de Sexo en Nueva York que diversificó la presencia de la mujer en el cine, algo curioso viniendo de un autor con fama de machirulo como Quentin Tarantino. La otra cima de la película es ver a su protagonista, Zoë Bell (la doble de escenas de acción en Kill Bill) luciéndose en unas peligrosas acrobacias llenas de primeros planos y autenticidad.

El fracaso de la película hizo que los estudios de Hollywood volvieran a ofrecerle a Tarantino dirigir películas de encargo. Los buitres nunca duermen. Él las rechazó todas.


4. Reservoir Dogs

A pesar de ser su película menos taquillera, Reservoir Dogs condensa todo lo que 23 años después la gente sigue entendiendo por "todas las películas de Tarantino son iguales": diálogos frenéticos que no parecen ir a algún sitio, gente que no es quien dice ser y violencia extrema tan cómica como inesperada y muchos hombres sin escrúpulos. Los personajes se lían a tiros por los motivos más ridículos pero todo es una excusa para contarnos la rocambolesca forma de ver el mundo de Quentin Tarantino, su visión caótica y sórdida de Los Ángeles y una nueva masculinidad que camina entre la parodia y el homenaje a la testosterona más garrula.

Pero lo más importante es que el mundo le dijo que sí, que quería escucharle, que iba a memorizar sus diálogos y estaba dispuesto a aplaudir su vulgaridad intelectual. Tarantino no es como sus personajes, él no tiene ninguna elegancia (de hecho cada vez se parece más al abuelo de Médico de familia), pero sí respeta sus reglas y le encanta escucharse a sí mismo.


3. Kill Bill

Cuando Tarantino presentó una película de 4 horas sobre una rubia muy cabreada, el productor Harvey Weinstein le exigió reducir la duración o dividir la película en dos. Como Harry Potter 7-8 y Sinsajo, pero sin rellenar minutos poniendo a los personajes a correr de un lado a otro. La reacción de Tarantino fue tan irreverente que podría haber hundido la película. Desordenó las escenas para equilibrar dos propuestas distintas: el volumen 1 sería una misión asesina de violencia estilizada sin apenas información, mientras que el volumen 2 era el viaje emocional de una madre coraje que nos daría todas las respuestas como en los seriales radiofónicos (y las telenovelas de los 80).

Kill Bill se convirtió en la película favorita de casi todos los universitarios, y la primera de Tarantino en lograr el estatus de culto instantáneo (ahora podría grabarse a sí mismo fregando los cacharros y muchos le darían cinco estrellas). La fusión extrema entre Bruce Lee, Mujeres desesperadas, el espagueti-western, el flamenco-dance y los superhéroes recaen sobre una Uma Thurman que sólo actúa bien cuando la dirige Quentin. Ahora "La Novia" es su novia, porque él lleva enamorado de ella desde 1995 y Uma se ha dado cuenta de que nadie la va a tratar mejor que él, ni darle mejores papeles. En Kill Bill, Uma atraviesa literamente todas las emociones humanas, saltando de un género a otro con la misma agilidad con la que le raja la cara a 88 samuráis.


2. Malditos bastardos

Tarantino alcanzó la mayoría de edad artística con una película que en realidad escribió en 1998, pero aparcó porque no se le ocurría un buen final. Y qué final. La venganza judía nunca sucedió, pero verla en el cine es retorcidamente satisfactorio, con esa catástrofe excesiva que no deja que la comedia se imponga a la épica. Es como cuando Julia Roberts va a la ópera en Pretty Woman: sigue siendo ella, pero en su mejor y más civilizada versión.

El equilibrio es el mejor arma de Malditos bastardos. Los diálogos no están aquí para demostrar lo ingenioso y gracioso que es Tarantino, sino para construir una historia. Él mismo reconoce que le habría gustado ganar el Oscar al Mejor Director por esta película, y lo dice porque sabe que sus recursos visuales y la coordinación de ese reparto coral como si fuera un director de orquesta eran lo mejor de aquel año. A diferencia del resto de sus películas, no parece que primero se le haya ocurrido el chiste y luego la escena, sino a revés.

Aunque arriesgada, la premisa funciona al ser una Europa históricamente reconocible pero sacudida por el siempre perturbado Tarantino. Ver nazis siendo aplastados a ritmo de rock es un anacronismo tan delirante como cuando Disney puso cantantes de gospel en Hércules, pero su universo es tan sólido y audaz que funciona.


1. Pulp Fiction

Inevitable número 1 por una avalancha de razones que necesitarían varios artículos, pero que podemos resumir en tres:

A) Nadie es la misma persona después de ver Pulp Fiction que antes de verla. Los diálogos esperpénticos e ingeniosos, su Los Ángeles corrosiva y amoral y su ímpetu avasallador son ahora marca de la casa, pero la primera vez que nos sacudió nos dejó aturdidos como una descarga eléctrica de las que no matan, pero casi. Pulp Fiction no es sólo una extravagancia muy disfrutable, sino que además lleva 20 años forjando cinéfilos.

B) Mil referencias a la cultura pop por minuto. Las discusiones sobre Scarface en Los Soprano, los debates acerca de la belleza de Hilary Swank en The Office o las referencias a Star Wars en Perdidos y Cómo conocí a vuestra madre germinaron en la prodigiosa cabeza de Tarantino. Él fue el primero en construir diálogos enteros en torno a la letra de una canción de Madonna o el nombre de las hamburguesas del Burger King. Así fue cómo el lenguaje de la calle (en su versión más charlatana) llegó al cine, y ese fue el gancho que utilizó el cine independiente para volverse rabiosamente comercial.

C) Cambió el cine para siempre. Aunque nadie vino venir esta película, el productor metió presión a Quentin para llevarla al festival de Cannes. Sabía lo que tenían entre manos. Pulp Fiction fue la primera película independiente en recaudar 100 millones de dólares, estar nominada al Oscar y ganar la Palma de Oro en Cannes. La libertad creativa y la falta de censura que proporcionaba la financiación independiente era el revulsivo que necesitaba un Hollywood más autocomplaciente que nunca.

Después de Pulp Fiction el cine de los estudios quiso parecer independiente (American Beauty) y el cine indie perdió su esencia (Chicago, El aviador), pero ahora todo el mundo tiene la oportunidad de contar sus historias. Tarantino capitaneó la revolución de una generación de cineastas que ya no se habían criado en el cine de su pueblo, sino trabajando en un videoclub. Cuando John Travolta se puso a bailar con Uma Thurman, 17 años después de Grease, lo hizo sin el permiso de Hollywood. Pura magia a espaldas de la industria.

Ahora es Hollywood el que utiliza el cine indie como su propia cantera de la que nutrirse, porque vieron que la única forma de sobrevivir era uniéndose al enemigo. Dejémosles creer que han ganado ellos. Pero Quentin Tarantino sabe que por muy bien que le traten siempre será un hijo bastardo de Hollywood, y eso es lo que hace su obra inimitable, por mucho que lo intenten.
 

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